lunes, 13 de febrero de 2012

LA NUEVA REFORMA LABORAL ESPAÑOLA DE 2012

             Nuevamente la injusticia contra los intocables, contra los parias, se vuelve a producir.
             Lejos de solucionar el problema del paro en España, o la crisis económica que padece el reino, el nuevo decreto de Reforma laboral que va a aprobar el gobierno español, vuelve a suponer un grave atropello de los "derechos" (que ya sabemos que no debemos tener) de gran parte de la sociedad, sobre todo la de aquellos que tienen un trabajo precario o esos que aunque lo tienen no lo saben, y la de aquell@s que se encuentran en paro. Pero aún degrada más si cabe, los pocos derechos, si es que gozamos de alguno, de los paria occidentales.
               La reforma quiere incentivar (¡las ilusiones en este gobierno existen!) la contratación de los jóvenes menores de 30 años, porque tienen un grave problema de paro (ronda el 50%, teniendo en cuenta que muchos están aún estudiando). Hay que tener en cuenta que un joven de 25 años suele estar casado, tiene hijos, créditos con los que pagar de un piso, un coche... Y también "prima" la contratación de mayores de 45 años. ¿Y los paria de 30 a 45? ¿no tenemos derecho a nada?
Cuando en la crisis de los 90 la mayoría de los paria nos quedamos en paro, lo que el gobierno, entonces socialista, incentivaba era a: los menores 25 años, los mayores de 40, las mujeres...¿y los paria de 25 a 40 años? Por supuesto, tampoco recibimos ayudas...¿Algún día recibiremos una ayuda del estado español? ¿Hemos dado el poder a unos psicópatas?
Para Foucault[1], siguiendo a Nietzsche, el poder no es una sustancia sino una actividad que se ejerce estratégica y relacionalmente. Foucault nos dice que el poder es, sobre todo, una tecnología positiva que produce cosas: arquitecturas, instituciones, discursos, saberes, verdad, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, leyes, reglamentos, hábitos, almas, conciencias, individuos, identidad, subjetividad, formas de socializarse, formas de relacionarse, formas de ser, pensar y vivir. El poder también produce locos, enfermos, soldados, delincuentes, presos, normales, escolares, recursos humanos… El poder es una tecnología positiva que construye realidades. El poder construye saber, placer… y nos construye a nosotros mismos. El poder también es la grosera represión de la anormalidad; pero el poder es, sobre todo, la sutil construcción de la normalidad. El poder no sólo reprime formas de vida inadecuadas, sino que también está construyendo formas de vida adecuadas. El poder también es lo que nos impide ser o hacer lo que queremos; pero el poder es, sobre todo, esa tecnología que nos hace ser como somos y, lo que es más importante aún, desear ser de esa manera y no de otra. El poder, en definitiva, es lo que nos hace ser, pensar y vivir como somos, pensamos y vivimos. No es extraño que la siguiente etapa de nuestro viaje sea la subjetividad.
Ante la inseguridad que le causa al hombre lo inexplicable e insondable, se crean diferentes riesgos: el totalitarismo, el fundamentalismo, el nihilismo, el historicismo, la ética, la estética, la política… Todos estos puntos y alguno más, le dan al hombre la seguridad y le quitan la angustia ante la libertad humana que siempre significa desamparo, soledad e incertidumbre. 
¿Vamos a esperar que unos sindicatos que están viviendo del poder nos ayuden en nuestro camino del desierto?
Los intocables hemos vuelto a pagar "los platos rotos" de una sociedad que se destruye inexorablemente...


[1] Michel Foucault, filósofo, psicólogo y profesor universitario. Michel Foucault es un personaje ciertamente poliédrico: historiador (de la locura, de la clínica, de la prisión, de la sexualidad), arqueólogo (del saber), analista (del discurso y de las relaciones de poder), psicólogo interesado en la genealogía de la subjetividad moderna y filósofo (del poder y del sujeto).

miércoles, 8 de febrero de 2012

EL TIEMPO MUERTO Y VACÍO DE LA SOCIEDAD DEL "BIENESTAR" (Javier Niemand)

A pesar de consumir la mayor parte del tiempo diario, la abrumadora mayoría de los que trabajan no sienten el tiempo de trabajo como tiempo de vida propio, sino como tiempo muerto y vacío, arrebatado a la vida como en una pesadilla. Desde el punto de vista del espacio y del tiempo capitalista, inversamente, el tiempo libre de los trabajadores es tiempo vacío y de ninguna utilidad. 


Como este fin tautológico, que escapa a todo control, tiene como principio eliminar cualquier límite que lo contenga, existe en el capitalismo una fuerte tendencia objetiva a minimizar el tiempo libre o por lo menos a racionarlo austeramente. De ahí la paradoja de que las personas en el mundo moderno tengan que sacrificar mucho más tiempo libre a la producción que en las sociedades agrarias premodernas, a despecho del gigantesco desarrollo de las fuerzas productivas. 


Este absurdo se revela tanto en el aspecto cuantitativo como en el cualitativo. En la Antigüedad y en la Edad Media, a pesar del nivel técnico inferior, el tiempo de producción diaria, semanal o anual era mucho menor que en el capitalismo. Como la religión tenía primacía sobre la economía, el tiempo de las fiestas y de los rituales religiosos era más importante que el tiempo de la producción; había innumerables días festivos, que en gran parte fueron abolidos en el camino de la modernización. Además, las sociedades agrarias de la vieja Europa se caracterizaban por enormes disparidades estacionales en el volumen de actividades. Las épocas más calurosas del año absorbían las tareas, dejando a la población campesina un invierno relativamente calmo, utilizado muchas veces para la celebración de las festividades privadas de las que nos dan noticia algunas canciones populares. 


La población artesana de las ciudades estaba menos estructurada por las diferencias estacionales, pero en compensación sus días de trabajo en los talleres eran reducidos. Documentos británicos del siglo XVIII dan cuenta de que los artesanos libres trabajaban sólo tres o cuatro días por semana, según la voluntad y la necesidad. Era costumbre extender el fin de semana al lunes. La historia de la disciplina capitalista es también la historia de la lucha encarnizada contra ese «lunes libre», que sólo de a poco fue eliminado con penas draconianas y que aún se puede encontrar en algunas regiones en pleno siglo XX (hay peluqueros que lo mantienen hasta el día de hoy). 


Todavía más evidente es la diferencia cualitativa entre tiempo de producción capitalista y premoderno. El nivel poco elevado de las fuerzas productivas del sector agrario redundó en muchos constreñimientos (por ejemplo, tradiciones limitadas y lazos de consanguinidad) y algunas veces en problemas de abastecimiento (por ejemplo, cosechas arruinadas). Pero el objetivo de la producción, incluso con medios modestos, no era un fin tautológico abstracto como hoy, sino el placer y el ocio. Este concepto antiguo y medieval del ocio no debe ser confundido con el concepto moderno de tiempo libre. Ello porque el ocio no era una parcela de la vida separada del proceso de actividad remunerada, sino que más bien estaba presente, por así decir, en los poros y en los intersticios de la propia actividad productiva. Mientras la abstracción del tiempo-espacio capitalista no había escindido aún el tiempo de la vida humana, el ritmo de esfuerzo y descanso, de producción y ocio transcurría en el interior de un proceso vital amplio y abarcador. 


En un sistema de identidad entre producción, vida personal y cultura, aquello que hoy tal vez nos parezca formalmente una jornada de trabajo de 12 horas no significaba 12 horas de actividad tensa, bajo el control de un poder económico objetivado. Ese tiempo de producción estaba atravesado por momentos de ocio; había, por ejemplo, largas pausas, sobre todo para el almuerzo, que se extendían a horas de comida comunitaria, una costumbre que se preservó durante más tiempo en los países mediterráneos que en el norte,hasta ser obligada a ceder espacio al ritmo del flujo de trabajo abstracto de la industrialización capitalista. 


La actividad productiva precapitalista, aparte de estar impregnada por el ocio, también se caracterizaba por estar menos concentrada, es decir que era más lenta y menos intensiva que hoy. En una actividad autodeterminada, sin la presión de la competencia, este ritmo moderado del acto productivo revela claramente la manera «natural» del comportamiento humano. 


Hoy ya no conocemos ese modo de actuar; bajo la imposición silenciosa de la competencia de mercados anónimos, la jornada de trabajo moderna, degradada funcionalmente, se volvió cada vez más condensada; primero por la cadencia mecánica y, después, por el modo perfeccionado de consumir la energía vital con el auxilio de la llamada racionalización. Desde que el ingeniero norteamericano Frederick Taylor (1856-1915) desarrolló a comienzos del siglo XX la «ciencia del trabajo», empleada por primera vez a gran escala en las fábricas de automóviles de Henry Ford (1863-1947), los métodos de esta «racionalización del tiempo» no dejaron ya de ser refinados y se inculcaron profundamente en el cuerpo social.

LA 3ª GUERRA MUNDIAL (Javier Niemand)

¿Cómo serán nuestras vidas después de un hundimiento de los bancos y las finanzas públicas a gran escala? Argentina pasó por ello en 2002. Al precio de un empobrecimiento masivo, la economía de este país pudo a continuación remontar un poco la cuesta: pero en este caso se trataba de un único país. Actualmente todas las finanzas europeas (excepto una) y norteamericanas corren el riesgo de caer a la vez, sin salvador posible.


¿En qué momento el crack de la bolsa dejará de ser una noticia de la que nos enteramos por los media, sino de un acontecimiento que percibiremos saliendo a la calle? Respuesta: cuando el dinero pierda su función habitual, ¡que lo hará!


Si rascamos debajo de todo tipo de violencia que se produce en la sociedad, ya sean a nivel global: guerras, corrupción, ansia de poder, avaricia, dictaduras... como a nivel particular: maltratos, robos, delincuencia, envidia, herencias, afán de notoriedad... nos encontraremos en último termino de las capas que hemos rascado con el dinero. En ocasiones como "simple" poder, en ocasiones de manera material. Esto nos lleva, evidentemente, a determinar que el dinero es, sin duda la principal, y en la gran mayoría de las ocasiones la única, causa principal de generador de violencia en la sociedad en general y en los individuos en particular.


Y ¿qué hay detrás de toda esta gran crisis que asola al sistema capitalista occidental? El dinero... nos encontramos sumidos en una profunda guerra mundial llevada a cabo en esta ocasión no únicamente con armamento militar, sino llevada a cabo principalmente por la economía, esto es, el dinero.


Y nuevamente, como en las anteriores dos guerras mundiales, hay un país que está ganando esta guerra: Alemania. Nuevamente, Alemania está siendo la dominadora de los frentes de guerra económicos, pero esta vez ganan de una manera más letal que en las anteriores guerras. Porque en los anteriores enfrentamientos, el mundo sabía que enemigo había que combatir, esto es, Alemania; pero en esta ocasión, el enemigo ha sabido disfrazarse con la adecuada piel de cordero y se hace pasar por uno más dentro del gran rebaño. Pero Alemania está dominando el gran mercado mundial de la guerra. Y también nuevamente, Francia está siendo uno de los países que en el futuro se verá más perjudicado por el afán alemán. Aprendieron mucho de Adolf Hitler y ahora no caerán en los mismos errores. Todos los países se están endeudando bajo el amparo de un lobo (wolf) con piel de cordero. Y nuevamente otro país oriental, en esta ocasión China, también está sacando su tajada particular de ésta Guerra Mundial.

Los mercados están saturados de basura económica, no hay dinero (porque no tiene valor), sólo especuladores pelean por él. Pero el dinero no es “real” más que en el grado en que es la expresión de un trabajo verdaderamente ejecutado y del valor con que este trabajo se representa. El resto del dinero no es más que una ficción que se basa solamente en la mutua confianza de los actores ―confianza que puede evaporarse, como se ve ahora mismo. Asistimos a un fenómeno no previsto por la ciencia económica: no a la crisis de una moneda y de la economía que ella representa, en favor de otra más fuerte. El euro, el dólar y el yen están todos en crisis, y los raros países todavía calificados AAA por las agencias de calificación no podrán ellos solos salvar la economía mundial. Ninguna de las recetas económicas propuestas funciona, en ninguna parte. El mercado libre funciona tan poco como el Estado, la austeridad tan poco como el relanzamiento, el keynesianismo tan poco como el monetarismo. El problema se sitúa a un nivel más profundo. Asistimos a una desvalorización del dinero en cuanto tal, a la pérdida de su rol, a su obsolescencia. Estamos sumidos, y lo más peligroso sin que la mayoría de las personas lo sepan, en la TERCERA GUERRA MUNDIAL, esta si cabe, será más letal que las anteriores, porque durará más tiempo y matará más gente de manera más sigilosa y democrática.

martes, 7 de febrero de 2012

LOS NUEVOS "PARIA" OCCIDENTALES (Javier Niemand)

Una nueva casta se ha creado en la sociedad española, son: los PARIA occidentales. Al igual que los paria de la India, los de el Estado español somos también personas que pertenecemos a la casta más baja del país, sin derechos civiles, eso sí, te conservan los religiosos ¿? Somos personas a la que se nos considera inferior y a las que se le niega el trato y las ventajas de que gozan las demás, aún a pesar de que en la mayoría de las veces disponemos de mayor o por lo menos igual preparación tanto académica como de mano de trabajo.
Un paria social es aquél que nació entre mediados de los sesenta y finales de los setenta. Que por "desgracia" no pertenece a una familia de médicos, abogados, arquitectos de reconocido prestigio, o a: ex-políticos, actores, escritores, alta sociedad... y que a pesar de que muchos de ellos pertenecen o son afiliados a algún partido político, no están involucrados en ellos para alimentarse cuan vil sanguijuela.También tuvieron la mala suerte o inoportunidad de no saber elegir el trabajo adecuado o no haber conseguido el fin por el que luchaban gran parte de ellos...¡hacerse funcionarios!
Para desgracia del paria occidental, su infancia transcurrió entre un mar de multitudes de pequeños enanos como él, en la cual tuvo que pelearse con compañeros de clases que superaban los cuarenta alumnos multiplicados por 7 o más aulas por nivel. Era tan grande el número de alumnos que había en la enseñanza que se no daba a vasto, y algunos de ellos vieron como les era prohibida la educación avanzada y especial (sí, sí, prohibida) en pro de la igualdad de la masa. Para poder estudiar el bachillerato debíamos desplazarnos 7 u 8 kilómetros para llegar al centro de estudios, ya que la mayoría se encontraban saturados. No había suficientes lugares de esparcimiento donde disfrutar del deporte (campos de fútbol, canchas baloncesto...), de la diversión (parques infantiles, recreativos...). Cuando nos hicimos adolescentes abarrotábamos los bares de "marcha" porque eran pocos los que aún existían para absorber a tantos jóvenes, y nos movíamos como sardinas en lata en busca del bar que menos gente tendría, en la mili, algo bueno había que tener, el exceso de cupo se volvió norma, porque ni tan siquiera el ejército fue capaz de absorber aquella marea de jóvenes alterados. Cuando por fin después de estudiar carreras (siempre saturadas), cursos, cursetes, profesiones, idiomas...intentábamos acceder al puesto de trabajo, la masa era tal que llegó el paro y el trabajo basura. Contratos de horas, días, despidos...Cuando por fin a mediados de los 90, y después de tener que permanecer en casa de los padres hasta los 30 años, parece que el tapón indigestado en la sociedad española, ha pasado de las penas y empieza a disfrutar de algo de calma y sosiego e intenta formar familias y tener descendientes, comprarse una casa o un bonito coche nuevo, llega el boom del mercado inmobiliario creado en su mayoría por el eclipse de su generación anterior, y en ocasiones también por los de su misma especie. La mayoría de los paria son engañados por bancos y constructores para que se metan en la vorágine del ladrillo. Los créditos se firman a 30, 40, 50 años...¿quién da más?... entonces...
Un nuevo crack se produce, ya no hay trabajo, no hay casas (las tiene el banco), no hay familias (separaciones, divorcios...), no hay amigos (la crisis suele traer la soledad), no hay salud (por no poder pagarla, esto es: dentista, oculista...), no hay nada... y el paria regresa en el "mejor" de los casos al hogar de sus padres con 35, 40 o más años. En el mejor de los casos, porque en ocasiones, y son bastantes, los padres también fueron víctimas de la vorágine inmobiliaria y con cerca de 70 años se encuentran sin piso y sin nada.
Pero al paria occidental, aún le esperan más desgracias: de los 40 a los 60 deambulará de un lado a otro en busca de trabajo que le pueda dar de comer. Todo ello con una preparación muy superior a la de cualquier joven o mayor que él, (pero siempre eclipsados por los de la generación anterior y viendo como las soluciones aportadas las aprovechan las generaciones de después) un grupo de personas que cada vez se ha ido titulando y preparando más con: másteres, posgrados, idiomas...mientras en los altos cargos políticos se encuentran con mediocres sin preparación, sin idiomas (ni tan siquiera el segundo idioma de su propia población), y sin haber trabajado nunca en nada excepto en el beneficio de su partido. El tapón de los parias se acercará entonces a la jubilación sin que por supuesto llegue a cobrarla (lo harán los anteriores), primero por no cotizar los años suficientes al haber estado gran parte de ellos en el paro, y segundo porque no habrá dinero suficiente en el país para pagarles a todos ellos, como les ha ocurrido siempre. Entonces nos encontraremos sin jubilación, sin salud (estará saturada de vejestorios), sin asilos ni residencias y si las hay... estarán saturadas como los colegios cuando éramos niños, y cuando por fín, después de comerse toda la mierda de la sociedad llegue nuestro momento final, tampoco habrá espacio suficiente en los cementerios para enterrarnos o en los hornos crematorios para incinerarnos ya que los cuidadores del espacio terrestre (los supuestos ecologistas de hoy en día) dirán que somos demasiados y, que con nuestro cuerpo o con nuestras cenizas contaminamos el medio ambiente, así que con un poco suerte para allá, el año 2050, 2060... nos enviarán en una cápsula espacial al espacio sideral, a seguir viajando por el Universo sin  que nunca podamos encontrar nuestro sitio y espacio en la tierra.
Gracias a todos por darnos esta maravillosa vida. Éste es el espacio de los paria occidentales.